SERENIDAD
La mañana y sus rutinas. Jueves. Los árboles anuncian primavera; pero el día aún se presenta en tonos grises. Lo veo en uno de los rincones donde suelo buscar refugio. Me ocurre lo de siempre: cuando miro a una persona y siento ese impulso a tomar la cámara, encuadrar, disparar. No estoy tomando solamente una fotografía. Estoy bridando reconocimiento a alguien que está ahí, en medio de un día corriente sin ser una persona corriente. De serlo no me habría interesado que la cámara lo mirara conmigo. Qué lo hace especial es algo que no puedo expresar con palabras. No sé nada de él, pero ahora ya es alguien para mí.
Camina musitando tal vez memoria de otros días. Camina con paso calmo, discreto, como no queriendo llamar la atención, deseando no causar molestia alguna en ese entorno que ahora es su mundo y mi mundo. Compartimos instante.
Le sigo con la mirada y también me muevo en busca de otra perspectiva para completar la serie de cinco fotografías. Después me alejaré y tal vez no volvamos a ser juntos en un instante compartido. Es cuando una brisa de voz me susurra una palabra: serenidad.