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LA MIRADA Y SUS RELATOS

La mañana en el Parque Pignatelli transcurre en un lento vuelo de mirada. Ahora me encuentro caminando en dirección a Torrero cuando advierto el graffiti, pero siento que mi mirada me habla y me dice que gire la vista hacia la izquierda. Ella se acerca. No hay tiempo para andar pensando. El relato de mi mirada me incita a escribir ese silencio de palabras que se deslizan por debajo de las palabras. La Fuji X T3 está lista. Mi ojo en el visor le transmite las instrucciones al ojo de la cámara, a eso que llamamos objetivo. Debe prepararse para levantar sus párpados cuando yo le diga. Y ahí está. El momento, no sé si apropiarme de la celebrada máxima de Cartier-Bresson: el instante decisivo. El dedo aprieta el disparador. Mi cámara, mi mirada y yo sonreímos.


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